Entrevista con Harold Alvarado Tenorio
Cortesía arquitrave.com
Renson Said
Harold Alvarado Tenorio es un hombre provocador. Sus opiniones incisivas sobre literatura las refuerza con frases amargas: "aquí hay buenos escritores, pero en general, lo que hay es un triunfo de la ignorancia, en el sentido de que lo que más se vende son novelas desechables. Hay como doscientos imbéciles que escriben novelas de consumo".
Alvarado Tenorio suele envolver sus comentarios con una expresión de asombro. Ese asombro revela, más allá de la agudeza de su pensamiento, a un rebelde que desde la cátedra universitaria y la exposición sistemática del ensayo, ha trabajado sin respiro contra el rastacuerismo y el pensamiento simulado.
Es un hombre enorme y jovial. Conserva en los músculos los movimientos lentos de su antigua obesidad y se expresa con una voz gruesa. Mientras responde al cuestionario preparado para esta entrevista no deja de mirarse las manos. Extiende los brazos hacia adelante y allá en el fondo, sus manos abiertas parecen enormes raquetas de tenis de campo. Las ve arrugadas, rígidas: una vena inflada, azul, palpita sobre un hueso duro. Es el paso implacable del tiempo. Alvarado Tenorio tiene ahora 56 años y se resiste al deterioro del cuerpo. Toda su poesía está atravesada por esta preocupación:
"Gran vida que das y todo quitas
ni siquiera el recuerdo quedará en nuestros huesos
ni siquiera la música del violín de Mendelssohn".
Esta negación del destino lo llevó a estampar en "Summa del Cuerpo", su reciente libro de poemas, una fotografía suya, de un Harold Alvarado Tenorio veinteañero, fijado en el tiempo como un cuerpo detenido en la mitad de un verso.
Con una visión renovada de su universo, una selección de sus mejores poemas eróticos y una vida de reposo, Alvarado Tenorio quiere dejar su testamento poético en este libro que publica con sus propios recursos. Es un libro unitario, con un lenguaje pulcro y de "una sensualidad casi mística".
-¿Qué diferencia percibe entre erotismo y pornografía?
-La pornografía es un asunto explícito. Es la trascripción verbal o visual de un acto sexual que nosotros mismos no vemos. En el actual sexual sentimos el placer pero no vemos el ritmo de la copulación, ni el beso, ni la lengua dentro de las bocas. La pornografía, tanto literaria como visual, hace esas descripciones explícitas, es decir, muestra cómo funcionan esos órganos, esos instrumentos. Lo contrario, entonces, es el erotismo.
-¿Se propuso hacer con "Summa del Cuerpo" un testimonio de su vida poética?
-Ahora estaba pensando en eso. Yo creo que de alguna manera, estos poemas darán testimonio de lo que fui capaz de hacer, esto no quiere decir que si Dios me da más años de vida no pueda escribir otros poemas con otros tonos, que es lo que me ha gustado siempre. Desde un comienzo he querido que mis poemas tengan variedad de voces, que siempre se renueven. Estaba sintiendo, hace rato, como el ramalazo de la inspiración, y pensé que de pronto puedo escribir otros poemas, lo cual me haría muy feliz.
-Ese "ramalazo" de la inspiración no significa que sus poemas no tengan varias versiones
-Por supuesto, es muy difícil que uno pueda escribir un poema perfecto. En la medida que uno se hace mayor se adquiere una habilidad para hacer poemas, pero no hago esa práctica porque no me gusta. Yo puedo coger varios de los tonos que sé manejar y llenarlos de sujetos o de adjetivos, pero eso no sería honesto. En cambio, hay muchos poetas que yo conozco que lo hacen y por eso es que siempre resultan con el mismo sonsonete, con el mismo arquetipo.
-En sus poemas usted parece moverse sobre la idea o el temor de que el cuerpo se deteriore por el paso el tiempo.
-Pero no como un propósito ideológico o como una preocupación moral o ética. Yo creo que lo que existe en mí es una idea de lo triste que es el paso del tiempo. Por ejemplo, esta mañana me estaba mirando las manos, y me da tristeza ver cómo uno envejece. Por eso, de alguna manera, puse esa foto en el libro, para que fuera como un testimonio –yo no sé si llamarlo corrupción porque me parece una palabra muy fuerte- de ese paso inexorable del tiempo que lo hace a uno distinto. Y para mí, por supuesto, lo más bello que existe es la juventud. Para mí la belleza es juventud. No es una determinación o un canon de la belleza, pero para mí lo bello es todo aquello que es joven.
Harold Alvarado Tenorio es un hombre provocador. Sus opiniones incisivas sobre literatura las refuerza con frases amargas: "aquí hay buenos escritores, pero en general, lo que hay es un triunfo de la ignorancia, en el sentido de que lo que más se vende son novelas desechables. Hay como doscientos imbéciles que escriben novelas de consumo".
Alvarado Tenorio suele envolver sus comentarios con una expresión de asombro. Ese asombro revela, más allá de la agudeza de su pensamiento, a un rebelde que desde la cátedra universitaria y la exposición sistemática del ensayo, ha trabajado sin respiro contra el rastacuerismo y el pensamiento simulado.
Es un hombre enorme y jovial. Conserva en los músculos los movimientos lentos de su antigua obesidad y se expresa con una voz gruesa. Mientras responde al cuestionario preparado para esta entrevista no deja de mirarse las manos. Extiende los brazos hacia adelante y allá en el fondo, sus manos abiertas parecen enormes raquetas de tenis de campo. Las ve arrugadas, rígidas: una vena inflada, azul, palpita sobre un hueso duro. Es el paso implacable del tiempo. Alvarado Tenorio tiene ahora 56 años y se resiste al deterioro del cuerpo. Toda su poesía está atravesada por esta preocupación:
"Gran vida que das y todo quitas
ni siquiera el recuerdo quedará en nuestros huesos
ni siquiera la música del violín de Mendelssohn".
Esta negación del destino lo llevó a estampar en "Summa del Cuerpo", su reciente libro de poemas, una fotografía suya, de un Harold Alvarado Tenorio veinteañero, fijado en el tiempo como un cuerpo detenido en la mitad de un verso.
Con una visión renovada de su universo, una selección de sus mejores poemas eróticos y una vida de reposo, Alvarado Tenorio quiere dejar su testamento poético en este libro que publica con sus propios recursos. Es un libro unitario, con un lenguaje pulcro y de "una sensualidad casi mística".
-¿Qué diferencia percibe entre erotismo y pornografía?
-La pornografía es un asunto explícito. Es la trascripción verbal o visual de un acto sexual que nosotros mismos no vemos. En el actual sexual sentimos el placer pero no vemos el ritmo de la copulación, ni el beso, ni la lengua dentro de las bocas. La pornografía, tanto literaria como visual, hace esas descripciones explícitas, es decir, muestra cómo funcionan esos órganos, esos instrumentos. Lo contrario, entonces, es el erotismo.
-¿Se propuso hacer con "Summa del Cuerpo" un testimonio de su vida poética?
-Ahora estaba pensando en eso. Yo creo que de alguna manera, estos poemas darán testimonio de lo que fui capaz de hacer, esto no quiere decir que si Dios me da más años de vida no pueda escribir otros poemas con otros tonos, que es lo que me ha gustado siempre. Desde un comienzo he querido que mis poemas tengan variedad de voces, que siempre se renueven. Estaba sintiendo, hace rato, como el ramalazo de la inspiración, y pensé que de pronto puedo escribir otros poemas, lo cual me haría muy feliz.
-Ese "ramalazo" de la inspiración no significa que sus poemas no tengan varias versiones
-Por supuesto, es muy difícil que uno pueda escribir un poema perfecto. En la medida que uno se hace mayor se adquiere una habilidad para hacer poemas, pero no hago esa práctica porque no me gusta. Yo puedo coger varios de los tonos que sé manejar y llenarlos de sujetos o de adjetivos, pero eso no sería honesto. En cambio, hay muchos poetas que yo conozco que lo hacen y por eso es que siempre resultan con el mismo sonsonete, con el mismo arquetipo.
-En sus poemas usted parece moverse sobre la idea o el temor de que el cuerpo se deteriore por el paso el tiempo.
-Pero no como un propósito ideológico o como una preocupación moral o ética. Yo creo que lo que existe en mí es una idea de lo triste que es el paso del tiempo. Por ejemplo, esta mañana me estaba mirando las manos, y me da tristeza ver cómo uno envejece. Por eso, de alguna manera, puse esa foto en el libro, para que fuera como un testimonio –yo no sé si llamarlo corrupción porque me parece una palabra muy fuerte- de ese paso inexorable del tiempo que lo hace a uno distinto. Y para mí, por supuesto, lo más bello que existe es la juventud. Para mí la belleza es juventud. No es una determinación o un canon de la belleza, pero para mí lo bello es todo aquello que es joven.
"Amo esos hermosos cuerpos juveniles
que una vez saciados los deseos
dejando el lecho húmedo
con la bandera roja
entre las manos
en el combate
mueren".
-Usted también se ha preocupado por reflejar la violencia política a través de la poesía.
-Eso tiene que ver con nuestra historia, a la edad que tengo no he conocido un momento en el que no hayamos tenido violencia. Aunque no es solamente en nuestro país. Todas las épocas han vivido la violencia.
-Sin embargo, en Colombia casi nadie escribe poemas sobre la violencia.
-Yo no sé por qué pero a mí me causa horror, a mí la violencia me ha tocado muy de cerca.
- Se dice que en tiempos de guerra la primera víctima es el lenguaje. ¿Cómo percibe usted esta crisis dentro de su lenguaje poético?
-La violencia que estamos viviendo y su incremento, sin duda alguna ha impedido que podamos educar a más jóvenes y a más comunidades, y esto lleva como consecuencia a una destrucción y en un atrofiamiento del lenguaje que es la cultura, o que es una de las formas de expresarse la cultura.
Por eso la construcción de poesía dentro de la gran tradición cultural de nuestra lengua es cada día menor. Vemos cómo la poesía se ha vuelto también algo muy ligero, muy frívolo, de frases cortas, expeditas, sin ninguna reflexión, sin ningún conocimiento de nuestra tradición tanto técnica, como ideológica, desde el punto de vista de la poesía.
-¿Cómo escribir un poema de denuncia política sin caer en lo panfletario?
-Eso es difícil, porque cada poeta tiene su propia historia y su propia manera de expresarse. Sin embargo, hay que decir que por causa de la politización excesiva o por la ausencia de democracia durante la Segunda Guerra mundial y la época de la posguerra, estas tiranías, como el estalinismo, hicieron que todo lo que pareciera una protesta y hable del hombre contra las injusticias se tornara en panfletario. Por ejemplo, cómo decirle a los poetas palestinos de hoy que no escriban sobre los temas que le causan tanto horror.
-¿Cree usted que el horror que vive el mundo moderno frente a la guerra puede moldear una nueva generación de escritores?
-Yo pienso que los escritores y artistas colombianos están vacunados contra el horror. Son muy pocos los que son sensibles, y hay que conmoverse frente al horror. Creo, sin embargo, que hay una nueva generación tanto de políticos, como de hombres en Colombia, de artistas, que están comenzando a sentir duramente esto que nos sucede. Y no solamente por la violencia física, sino por la ausencia de paliativos para el dolor: en este país hay cerca de 27 millones de personas que viven en la pobreza absoluta.
Esa proporción no la habíamos tenido nunca, la educación está en un nivel precario y el conocimiento de nuestra historia ha sido abolido.
-¿Cuál es su opinión sobre la narrativa que se publica actualmente en Colombia?
-Pienso que es un objeto desechable, la gente consume narrativa para consumir el tiempo. No pasa lo mismo con la poesía, cuando tú lees tres poemas de Neruda tienes que parar porque te llenas. Es que uno lee tres poemas de un buen poeta y se tiene que quedar quieto. Una hora de poesía enloquece a cualquiera, ¿a dónde le cabe toda esa música? Léete cuatro dramas de Shakespeare y verás que no puedes en un día, no puedes, tienes que leerte uno. En cambio, de las novelas que se están publicando ahora, se pueden leer cinco en un día y es lo mismo: no hay nada que pensar, nada que reflexionar, es como estar viendo la televisión: papas fritas para el espíritu.
-¿En qué medida modificó su escritura poética su oficio como traductor del inglés, griego y chino?
-Pero fundamentalmente las traducciones del inglés, porque las del griego y chino las hice en colaboración con otras personas. Y, bueno, fue como sumergirme en otra lengua con rigor y con esfuerzo para comprender los significados que en la mía tienen en esa otra lengua las cosas, las palabras. Pero no solamente en la poesía sino también en la vida cotidiana. En mi poesía hay una dicción, unos giros que vienen del inglés y que enriquecen, desde mi punto de vista, todo lo que hago.
***
Publicado en El Colombiano, El País, Vanguardia Dominical, El Universal, La Patria y El Diario del Sur el 18 de Agosto de 2002