Del autor

En el año 2003 escribí una columna en el diario La Opinión de Cúcuta criticando severamente la poesía del abogado Pablo Chacón Medina. La respuesta del abogado a mi columna fue una demanda penal por injuria y calumnia en un proceso amañado en el que Pablo Chacón pide una indemnización de 500 millones de pesos y cárcel para el columnista. Además exige que me retracte de mis opiniones académicas sobre su producción literaria. Cosa que no voy hacer. El caso ya cumple cuatro años. Dentro de poco, la juez que lleva el proceso citará a las partes implicadas a una audiencia pública. Allí se hará una valoración del proceso y se dictará sentencia. Para que el lector se forme su propia opinión sobre el caso, este blog brindará toda la información.


Fin de año

Pero no sólo los pobres piden plata. También los políticos que son, por naturaleza, gente que nació con hambre. Miren no más toda la plata que han pedido para financiar sus campañas.

Renson Said

Iba a escribir un artículo favorable sobre la ciudad. Un artículo laxo que se leyera de una sentada. Porque estamos de fin de año, todos enguayabados, amanecidos, con dolor de cabeza, con la garganta estragada de tanto whisky, sin ganas de leer. Yo mismo no leeré esta columna cuando salga. No hay tiempo, no hay ganas: ¿quién va a leer hoy? Nadie. Ni siquiera los abstemios.

Iba a escribir entonces un artículo laxo. Pero caminé por las calles y me di cuenta que en todas las esquinas de esta ciudad, en todos los semáforos, en todas las curvas de carretera, se acumulan grupos de desplazados por la violencia. Y niños que limpian a la fuerza los vidrios de los carros, ancianos que madrugan para hacer cola en la alcaldía porque no les pagan la pensión. Gente desgraciada que pide
limosna con el último soplo de vida que les queda. Vendedoras de mandarinas, de minutos, de teléfonos celulares, hombres drogados que amenazan con varilla, gente que roba celulares a punta de cuchillo.

Hombres tirados al pie de la iglesia que exhiben una pierna abierta en canal, como los cerdos que cuelgan en las plazas de mercado; niños quemados, muchachos que tragan fuego en los paraderos, señoras que se suben a la buseta con un niño de brazos a vender agua en bolsa, agua en vasito o agua de colores. Y la burguesía de overol, es decir, la que tiene plata para pagar un pasaje de buseta se pone
en guardia porque esa gente que se sube en la buseta a pedir plata es peligrosa: es gente pobre que además de pobre se reproduce como los conejos: a gran escala.

Pobre bebé que comienza la vida en brazos de una madre que pide plata en la buseta. Cuando ese bebé cumpla cinco años pasará a limpiar vidrios, cuando tenga ocho meterá bóxer para olvidar el hambre, cuando tenga doce ya tendrá varias entradas a la cárcel de menores y cuando sea adulto, si tiene suerte, será raspachín o alcalde de Cúcuta. Y uno mira las calles y ve la basura acumulada
debajo del letrero que dice: “prohibido arrojar basura”. Y al lado una propaganda política del conservador partido liberal, o del ultra conservador partido conservador.

Pero no sólo los pobres piden plata. También los políticos que son, por naturaleza, gente que nació con hambre. Miren no más toda la plata que han pedido para financiar sus campañas. Le piden plata a todo el mundo, como ese hombre desgraciado que mencioné más arriba. Con la diferencia de que el pobre pide para comer. Y en cambio el político pide por avaricia.

Esa pobreza no sólo le hace daño al pobre sino a toda la sociedad. Porque una mitad romperá a varillazos a la otra. Porque una mitad se va a cansar de ser escupida, de ser humillada y le pasará la cuenta de cobro a la otra. Aquí la mitad de los cucuteños viven del rebusque. Y si eso no cambia, algo va a pasar. Que tengan un feliz
año.

La mafiocracia

Renson Said

Todavía hay quienes se sorprenden de que el paramilitarismo se haya filtrado en la política colombiana. A mí en cambio lo que me sorprende es que todavía haya gente que se sorprenda. ¿No eran acaso paramilitares los “pájaros” y “chulavitas” de la violencia conservadora de los años 40 y 50? Hacían lo mismo que los paramilitares de hoy: servían de aparato militar para hacerle al Estado el trabajo sucio. Eran bandas de asesinos expertos en torturas y crímenes atroces. En eso que se da en llamar guerra sucia, como si existieran guerras limpias.



Pero lo que realmente me sorprende es que en medio del escándalo paramilitar en el congreso de la república no se mencione al presidente Álvaro Uribe, como si no fuera uno de los responsables de que Colombia se haya convertido en una mafiocracia. O es que ya nadie se acuerda que Uribe, cuando fue gobernador de Antioquia, promovió las Cooperativas de Seguridad Convivir, de donde salieron los paramilitares de hoy y por lo cual tiene procesos en Estados Unidos. Y el solo hecho de que Uribe llegara a la presidencia con el apoyo de paramilitares lo hace responsable de todos los crímenes que ha cometido el uribismo armado y agropecuario.



Por eso debe ser investigado y juzgado: tiene una responsabilidad histórica y política. Aunque no creo que termine preso en una cárcel, como tampoco terminó preso Samper, porque hay mucha gente que está untada de eso: empresarios, ganaderos, políticos, militares, periodistas, alcaldes, la iglesia, la salud, la mitad del Congreso, el Das, gamonales, familias enteras de rancia estirpe política, en fin. Alguien decía en estos días que al Congreso de república no hay que revocarlo sino desmovilizarlo.



Ah, y el ex fiscal Luis Camilo Osorio. Es curioso que el mismo fiscal que archiva el caso de Salvador Arana, acusado de ordenar el asesinato de un alcalde que venía denunciado la presencia paramilitar en Sucre, sea el mismo que archiva el caso de Ramiro Suárez y su presunto vínculo con el paramilitarismo. A Osorio que lo investiguen también por favoritismo paramilitar, porque su silencio permitió que mataran a mucha gente en la costa.



Y que vayan de una vez investigando a todos los alcaldes y gobernadores y concejales y a todo el que haya contribuido por omisión o por acción a la constitución de un régimen mafioso y por lo tanto ilegítimo. No quiero decir con esto que todos lo políticos colombianos son paramilitares: porque los que hay que simplemente son corruptos. Pero que se desmonte o por lo menos se comience a desmontar esta mafiocracia de corte uribista.