Del autor

En el año 2003 escribí una columna en el diario La Opinión de Cúcuta criticando severamente la poesía del abogado Pablo Chacón Medina. La respuesta del abogado a mi columna fue una demanda penal por injuria y calumnia en un proceso amañado en el que Pablo Chacón pide una indemnización de 500 millones de pesos y cárcel para el columnista. Además exige que me retracte de mis opiniones académicas sobre su producción literaria. Cosa que no voy hacer. El caso ya cumple cuatro años. Dentro de poco, la juez que lleva el proceso citará a las partes implicadas a una audiencia pública. Allí se hará una valoración del proceso y se dictará sentencia. Para que el lector se forme su propia opinión sobre el caso, este blog brindará toda la información.


Desde Bogotá (Colombia)

Bogotá 14 de noviembre de 2007

Por medio de la presente expreso mi total rerspaldo al Literato Renson Sepúlveda y manifiesto mi entera disposición para participar en todas las confrontaciones o debates que puedan surgir para aclarar la presencia y función social de la literatura y de la crítica literaria, que entrega con amor, en libros encuadernados, lo que en el resto del mundo se desencuaderna,

Cordialmente,
Hernando Cabarcas Antequera
Doctor en Filología Hispánica, Universidad de Salamanca
Universidad Javeriana / Ediciones Matías Aldecoa

Desde Argentina

Señores La Opinión:

En honor a la libertad y la libre expresión es lamentable la situación de mi colega Rensón Said en manos de una persona que le falta coraje en el mundo de la poesía que no es más que la comunicación profunda de la vigilia y el viaje eterno de la muerte y el sueño. Dicha persona (Pablo Chacón) si en riesgo de entrar a la profundidad oscura de la poesía no sitúa su instinto como barca de marinero en fuerte tormenta, es mejor que se consagre a otros menesteres dignos de su profesión que no dudo lo es.

La poesía no es un pasatiempo, ni revista para la fama, menos aún columpio de domingo. Nace de la lucha intensa entre el espíritu, la oscuridad y la luz; la visión del vate está allí en dicha tierra prohibida, pecadora y profética. La poesía bifurca los sentidos, desmitifica la civilización y da el magma para descubrir que el poeta habla con el espíritu del mar y la montaña. Así, confieso, que el que decide entrar en dicha correspondencia que asuma sus escritos como la espada siente la gota de sangre en medio de su hoja brillante.

Mis respetos,

William Fernando Pino Peña
Crítico literario & Periodista
Viajero
Ushuaia-República Argentina

POETA POR SENTENCIA

Por: Omar Ortiz
poeta y director del semanrio "Tabloide"

Si quedaba alguna duda de que este país es uribista no porque exista la insurgencia o porque se haya negociado con los paramilitares, sino porque los colombianos somos como el señor presidente: autoritarios, machistas, intolerantes, tramposos, mentirosos, marrulleros y busca pleitos, lo corrobora plenamente la noticia aparecida en El Espectador del sábado 11 de noviembre y titulada, "Juicio a critico literario".

Sucede que en la ciudad de Cúcuta un columnista del periódico "La Opinión" de nombre Renson Said Sepúlveda, publicó el 23 de marzo de 2003 una columna donde criticó severamente la obra poética de un reconocido abogado de dicha ciudad, el doctor Pablo Chacón Medina, desatando su ira, que lo condujo a demandar penalmente a Sepúlveda acusándolo de calumnia e injuria, por cuanto una vez leyó la columna tuvo que acudir a su médico quedando afectado en su salud y personalidad por una cuantía que estimó en una suma igual o similar al presupuesto de la ciudad fronteriza, exigiendo además el embargo de todos los bienes muebles e inmuebles del columnista, un joven de 34 años que se gana el sustento como corresponsal y comentarista del suplemento literario del diario cucuteño. Para dilucidar que tan afectada estaba la lira parnasiana del doctor Chacon, la fiscal 41 de la Unidad de Vida de Cúcuta, acudió al concepto de la Academia de Historia de Norte de Santander, de la Sociedad Bolivariana de San José de Cúcuta, del Colegio de Abogados Penalistas del departamento, de la Asociación de Escritores Nortesantandereanos y a escritores y columnistas como David Sánchez Juliao y Horacio Gómez Aristizabal quienes alabaron todos a una los meritos jurisprudenciales y literarios del demandante, lo que llevó a la señora fiscal a llamar a juicio al columnista por colocar al doctor Chacón ante la sociedad como un "falso intelectual".

Le corresponde ahora a la Juez 4 Penal de Cúcuta, doctora Miriam Rodríguez, establecer si una critica literaria puede dar lugar a los delitos alegados por el querellante, o si mejor se trata de un inalienable derecho de opinión al que están sujetos todos los que ejercen el arte de las letras, partiendo de sus lectores y llegando hasta quienes por razón de su oficio practican la critica desde juicios éticos y estéticos, equivocados o no. Lo alarmante del caso es que parece que el ego del señor presidente y sus ejecuciones tiene ya decididos seguidores en el campo de las letras, y no se tiene empacho en buscar ser reconocido como poeta así sea mediante sentencia judicial.

Desde Stuttgart, Alemania

De Lizette Arbelaez Johnson

He leido en El Espectador del domingo 11 de noviembre lo que le ha ocurrido al columnista de opinión Renson Said en el libre ejercicio que supone la crítica literaria. En diferentes columnas escritas para el diario La Opinión veo que el periodista expone más la vida que su propio patrimonio sobretodo en un país como Colombia donde pensar es un peligro. Es increible que en pleno siglo XXI, el emitir un juicio, traiga como consecuencia que lo asesinen como ha ocurrido con tantos periodistas en el país o como en este caso de Renson Said que le acarree una demanada judicial con un cobro por indemnización de cerca de cientochenta mil euros y por consiguiente su ruina patrimonial, además, una retractatación pública donde se exige declarar como poeta a alguien que escribió una obra. Rompe los equilibrios de la lógica semejante desproporción por una columna de crítica literaria, el monto de la demanda por un juicio crítico, que se suponen parte de los derechos de aplicación inmediata establecidos por la Constitución Nacional que permite entre otros la libertad de difusión y expresión del pensamiento (art. 20 , art. 85 C.N.). Las ideas pueden ser discutidas y cabe la posibilidad de contraargumentar todo dentro del marco de la racionalidad.

En el campo de la literatura todo es subjetivo, no puedo decir que todo lo que se escribe sea la verdad, o literatura, o poesía y menos aún que uno este obligado como lector o crítico a reconocer un poeta por encima de lo que él mismo pueda cosiderarse. No se puede pretender que los críticos emitan sobre una obra juicios favorables o convenientes a la obra criticada. Siempre cabe la posibilidad de disentir y por una crítica literaria no se deja de ser poeta.

Parece contradecir el Estado de Derecho las mezquindades que se dan en una Cúcuta muy provincial desde mi punto de vista.
Espero no ser demandada por este comentario.

Lizette Arbelaez Johnson

Desde Nueva York


Every year millions of young girls compete in beauty pageants. In Colombia, for the Miss Colombia Contest, pictures of the contestants are published in newspapers and magazines weeks before the crowning. Soon after, critics and the general audience begin to deconstruct their bodies and minds in creatively horrendous ways. Her right breast is larger than the left, her voice is like nails scratching a chalkboard, her hips are too low, her plastic surgery scars are too evident, she's retarded, she can't walk, she can't talk, she's uglier than a sack of potatoes are just some of the commentaries published and aired about these brave contestants. But, they persevere and win or lose and life goes on. Most Colombians don't pay that much attention to poets. The whole world doesn't pay that much attention to poets. Poets struggle in the shadows to come up with beauty. They rarely get a chance to flaunt their verses to a wider audience than their close friends and other poets. Their egos can become more fragile than that of a beauty queen, but it's their choice.

Reading poetry isn't easy. You have to reread, digest, concentrate, let go, analize, interpret, memorize, and compare. Renson Said Sepulveda took the time to read some guy's poems and felt a visceral reaction towards them, like some some people do when looking at a beauty contestant with a light moustache, short legs, and big feet saying she wishes to teach African children to read. She has the right to say that, the people have the right to boo her, feelings get hurt, but you move on.
Now, don't tell me that queens put less effort into their performance than poets into their verses.
Alain de Beaufort
New York, NY

Desde Bogotá (Colombia)

Es decepcionante enterarse que un escritor crea que no son válidas y honorables las opiniones de personas que piensen diferente a él, eso solo demuestra mediocridad cultural y va en contra de una de las valores más importantes del país: la multiplicidad étnica y también en contravía de una de las tendencias más importantes en el campo de la investigación: la interdisclipinaridad, solo a través de la unión de ideas diversas es posible la evolución del conocimiento, y esto lo demuestra la historia desde que el hombre comenzó a diferenciarse de los animales porque APRENDIO a usar las herramientas, en el arte las críticas no son para lucrarse de las demandas sino para evolucionar la obra y hacer crecer al artista en sus propósitos… quisiera creer que el poeta en cuestión puede sobreponerse a una critica más en su vida por medio de una obra digna de ser leída por cualquier critico en el mundo!
Ana Mercedes Forero
Diseñadora Industrial
Bogotá - Colombia

Desde Bogotá (Colombia)

El derecho a decir lo que los otros quieren escuchar

“Junín son dos civiles
Que en una esquina
Maldicen a un tirano,
O un hombre oscuro
Que se muere en la cárcel.”
Jorge Luís Borges.


En un mundo como en el que vivimos es difícil sorprenderse porque algo suceda. Después de saber que miles de personas mueren todos los días por causas que podrían haberse evitado, que un determinado país puede invadir otro sin que el resto del mundo haga nada relevante o que el planeta esté dando señales de una inminente destrucción sin que nos sintamos aludidos, prácticamente nada puede sorprenderlo a uno.

No obstante, un acontecimiento me ha llamado la atención profundamente, porque me deja ver que a medida que el tiempo cronológico transcurre, los seres humanos nos tornamos más absurdos.

Desde hace un par de años estoy enterado de la demanda interpuesta contra Renson Said Sepúlveda, eventual compañero de trabajo, maravilloso narrador de historias y crítico literario bastante centrado; al menos desde mi perspectiva.

Me resulta inconcebible que una persona se atreva a demandar a otra por injuria o calumnia respecto a una crítica literaria. A modo de anécdota debo decir que cuando conocí a Renson, lo primero que me dijo fue que uno de mis ensayos, dedicado a Cien años de Soledad, publicado en Imágenes de La opinión, citaba autores que estaban revaluados. Además, agregó, no hacía un aporte relevante en torno a la obra de García Márquez.

Mi reacción, como era de esperarse, no fue la mejor. La verdad es que, en principio, el comentario se me hizo un poco chocante. Y es que, en ocasiones, Renson padece de una franqueza de la que muchos carecemos. Lo cierto es que tengo que admitir que tenía razón. Años después, cuando revisé esos mismos ensayos, entendí lo que quería decirme. Sus palabras me llevaron a un punto de reflexión al que seguramente no hubiese llegado por mis propios medios.

Y es que de eso se trata la crítica literaria; de la posibilidad de analizar y vislumbrar las virtudes y defectos de una obra literaria. Cuando un autor saca a la luz lo que escribe, se expone a la crítica. Yo viví en carne propia la crítica y considero que es una gran prueba. La crítica forja el carácter y nos permite analizar lo que hacemos. La crítica nos permite, como decía Borges, aceptar con ánimo parejo las palmas y la derrota. Es una prueba de fuego que muy pocos están dispuestos a enfrentar.

Pero, ya he dicho muchas cosas que favorecen a la crítica. Valdría la pena considerar qué puede hacer un autor cuando su obra es objeto de una crítica determinada. A decir verdad tiene dos opciones. La primera es hacer caso omiso de la crítica y continuar con su posición. Hay ocasiones en que se puede ser tercamente razonable. La segunda es defender su obra, pero, ¿cómo? De una manera muy simple: escribiendo una defensa en un medio de comunicación masiva como un periódico. El autor de una obra criticada tiene todo el derecho a defenderla, si acaso lo considera pertinente.

Esas son algunas de las opciones que tiene el autor de una obra cuando siente que su creación ha sido criticada injustamente por otra persona. Es posible que tenga otras más pero, desde mi perspectiva, esos dos son, probablemente, las más justas y razonables; las menos indignas.

Pero, ¿qué es eso de demandar a una persona porque escribe un artículo en el que dice que una obra no es de su gusto? ¿A qué estamos jugando? No puedo imaginarme a Joyce, uno de los escritores más importantes del siglo XX, demandando a los Estados Unidos porque, en principio, se negaron a dejar entrar Ulises a su país, calificándola de novela pornográfica y vomitiva. Mucho menos puedo imaginarme a García Márquez demandando a la primera editorial a la que le entregó La Hojarasca cuando, dicha editorial, le devolvió el manuscrito de la novela desdeñosamente; agregando que lo mejor era que no volviera a escribir porque el premio Nóbel no servía para eso.

Escribo estas cortas palabras por necesidad, porque me parece inconcebible que en un país que, al menos en teoría, asegura ciertas libertades, un crítico literario sea demandado por hacer su trabajo.

Por supuesto que no soy tan ingenuo como para no saber que en nuestro país y, en el mundo en general, los llamados derechos fundamentales no son más que un ideal que pocas veces se cumple. Es evidente que aquí no hay sino que decir algo que no vaya con el orden establecido para terminar inerte en algún botadero. Esa es una verdad tan evidente que es absurdo mencionarla. Pero aún más absurdo es que, en un campo tan amplio como la literatura y el arte, no exista el derecho a decir lo que uno piensa.

Después de enterarme de todo este asunto no he podido evitar reflexionar pues, como dije, la crítica casi siempre tiene ese efecto. Ahora sé que debo tener mucho cuidado con mis palabras, que no importa que un título acredite mi competencia en un determinado campo. No. Lo que tengo que hacer es escribir o decir lo que el autor quiere escuchar sobre su obra o, de lo contrario, me demandará por calumnia o injuria.

Si las cosas siguen su curso, cualquier día recibiremos una notificación de alguien que nos demandó porque terminamos una relación, porque nos fumamos un cigarrillo en la calle o porque, sin querer, los miramos feo.

Sergio Ernesto Perozzo.
Profesional en Estudios Literarios.
Universidad Nacional de Colombia.

Desde Cúcuta (Colombia)

Respetado maestro Cicerón:

Con asombro e indignación, hemos seguido el curso de la interminable demanda por injuria y calumnia, interpuesta por el ilustre penalista Pablo Chacón Medina, contra el crítico literario Renson Said Sepúlveda. Nada más oprobioso y atentatorio contra los mínimos de civilidad, que tanto ha costado a la humanidad construir. En nuestra calidad de organización defensora de derechos humanos, no permitiremos jamás el regreso a los tiempos, en donde la palabra y las ideas, vuelvan a ser castigadas con la cárcel, la horca o la hoguera. Nuestro aliento y solidaridad con Renson Said.

Con sentimientos de aprecio

Wilfredo Cañizares Arévalo
Director Ejecutivo
Fundación Progresar Norte de Santander

De Harold Alvarado Tenorio

De la manera mas cordial, don Pablo, manifiesto mi inconformidad con la infamia que usted ha procedido a practicar con el escritor Renson Said, una de las mejores y más prestigiosas plumas de esta Colombia infame por causa de personas como Ud. Reciba mis felicitacitaciones por haber contribuido a que Renson sea mejor conocido y apreciado en su justo mérito.



Harold Alvarado Tenorio
Doctor en filosofía y letras de la Complutense de Madrid (España)
Director de la revista de poesía Arquitrave · www.arquitrave.com
Vea : www.haroldalvaradotenorio.com
Escriba a: h.alvarado@cable.net.co

Desde Cúcuta


Señor Chacón Medina:

El rol de poeta y escritor conlleva al escrutinio publico de las obras del autor, la critica ejercida desde el rol de periodista es tan valida como la ejercida desde el rol del lector, sea cual sea su profesión y juicio y conocimiento de la obra del escritor, en un país de libertades la critica y el juicio no debería pasar por el burocrático y cohartador sector de las leyes, de juzgar a todo aquel que hable mal de la labor de una persona, sería volver a la caza de brujas de Mcharty o a la Inquisición, a acabar con vidas y carreras de personas por opiniones, si se es escritor la pluma es la mejor defensa, así se ejerza la labor de abogado, creo que la pluma está servida señor Pablo Chacón Medina, defienda sus juicios en su editorial como lo hace Renson Said, demandar por demandar sería como si yo demandara a todo aquel que me mirara feo, creo que los poemas que escribe dejan de ser suyos cuando pasan a ser leídos por cualquier lector emergente,y cualquier lector tiene derecho a opinar sobre su obra, muchas gracias y apoyo 100% a la libertad de expresión.



Andrés Ricardo Carvajal

Cúcuta

Desde Buenos Aires, Argentina

El sólo hecho de que el escritor Renson Said haya publicado una columna para criticar los "Poemas" de Pablo Chacón Medina ya determina un acto de paciencia casi que cristiana al tener la voluntad de leer estos escritos incongruentes y mal hilvanados.

Renson, en su labor de periodista, tuvo el acierto y el buen gusto de no recomendar la lectura de estos escritos. No entendemos como el Doctor Chacón, en un abuso absoluto de poder se atreve a demandar a Said dizque por lesiones personales, porque una crítica lo mandó a la cama. CUando Salma Rushdie fue condenado a muerte por los islamistas radicales, V.S Naipaul dijo "Es un tanto exagerada la crítica que le hacen los islamistas al libro de Rushdie, un tantito no más" Nadie dijo nada y todo el mundo se río, incluso dos años después le dieron el premio Nobel al escritor Indio.

La demanda a Said es una afrenta a la constitución y a la libertad de información y expresión una prueba mas que delata nuestro provincialismo ramplón. En la antiguo Grecia eran ejecutados todos aquellos que trataran de burlarse de la constitución. Lástima que ahora en vez de degollar a este tipo de infames se les premia con jugosas pensiones vitalicias.


Ivan Gallo

Historiador y cinéfilo

Buenos Aires, Argentina

Desde Drurham, Inglaterra


Estimados Señores de La Opinión:

De nuevo vuelve, como esos viejos programas de la televisión colombiana que se reencauchan cuando no hay nada nuevo que pasar, el tema de la "increíble y candida historia" de un poeta que no admite critica alguna a su obra. De acuerdo con múltiples ejemplos históricos, la poesía ha sido siempre símbolo de libertad y de incondicionalidad. Solo aquellos comprometidos con determinados regimenes han tenido la osadía de decir que su obra era poética cuando en realidad no se trataba mas que de una herramienta más para acallar, controlar y vulnerar la libertad de los individuos.

Me parece que si hay una critica de Renson Said a la poesía del señor Chacón Medina, esta debe ser entendida tal cual es: una critica literaria. Pretender una indemnización en dinero por señalar deficiencias en una obra poética (así dichas criticas no sean del todo justas) es una forma de deshonrar a la poesía misma. Me parece que la mejor forma de reaccionar ante una critica a una obra poética, por parte del autor criticado, debería ser escribir mas y mejor...O, al menos, intentarlo. Querer legitimar la propia obra por vía judicial solo se concibe en una mente leguleya y miope...Son la historia y la sociedad las que deben encargarse de emitir tales juicios, de decir quien tenia la razón, y no un "juzgado del circuito".

Cordialmente,
Eduardo Diaz Amado, MD
Postgraduate student
Durham University
United Kingdom

Desde Estados Unidos


Señor Chacón:
Cordial saludo.

Kant pedía hace varios siglos en Europa: "libertad para el uso publico de la razón en todos los asuntos", y eso fue lo que no logramos nosotros como organización social. No logramos la mayoría de edad como sociedad por que ante el ejercicio de la crítica, preferimos la adulación, la pereza, el prejuicio y la cobardía. Y quien no sea un manso adulador merece una absurda demanda penal y otra civil. Como la que usted acaba de hacerle al periodista Renson Said Sepúlveda para callarlo e intimidarlo.Después de la Ilustración, después de tres siglos de lucha contra la intolerancia, el uso público de la razón debe ser libre. Kant exigía: "Respetar la vocación de cada hombre de pensar por si mismo". Usted como ciudadano y hombre de leyes, debe saber que es imperativo para un periodista hacer uso público de su razón. Pues la critica sincera y desinteresada lleva implícita una perspectiva moral del mundo.

Alfonso Flórez
13.461.082 de Cucuta.

Desde Ecuador

Desde Ecuador

Señores

La Opinión:



Con indignación he recibido la noticia de que la crítica literaria se constituye en delito tipificado, de que las ideas se contestan con demandas, de que un amigo claro y crítico transparente y abierto es citado en los tribunales, por quien tiene la capacidad –que por cierto muy pocos en este país tienen- de acceder, a través de la demanda, a la efectividad de la “justicia”... para defenderse de una crítica literaria!.



Con toda seguridad, no prosperan en Colombia tantas demandas por el delito de estafa, que sin embargo pulula, ni se hacen efectivas tantas tutelas a favor de quienes ya han sido vulnerados en los derechos fundamentales, y mucho menos prosperarán las acciones de los millones de desplazados para obtener una reparación verdadera o acceder cuando menos a la verdad, como prosperan esta suerte de exabruptos “legales” en los que se centra el quehacer de la llamada “justicia”.



Vergüenza debería dar el solo hecho de ocupar a los jueces en semejante tarea en el país de la injusticia, qué no decir de contestar de esta manera tan siniestra un ejercicio público y reconocido como la crítica.



Habrase visto!!! Perdón… Se ha visto siempre! Que las ideas sean combatidas con sentencias o con balas. Lo imperdonable es que continúe ocurriendo y que el escenario sea precisamente el ámbito de la literatura –nada más sujeto a crítica y, que de hecho, existe en buena medida gracias al ejercicio de la crítica-, el escenario de la comunicación, de los medios de comunicación, es decir, el escenario más formalmente dispuesto a defender la libertad de opinión y cuando menos, la libertad de prensa.



Esta es la segunda vez que me dirijo a ustedes sobre el tema de la demanda a Renson Said por parte de Pablo Chacón Medina, y lo hago, por supuesto, para apoyar a Renson, a la libertad de opinión, a la posibilidad de ejercer con libertad la crítica literaria y la crítica en general, a la posibilidad de generar un debate, en fin a la posibilidad de que al menos la libertad se exprese, ya que no se materializa en esta sociedad.



Fraternalmente,



Thania López

Cucuteña y Socióloga

CC. 60. 347. 314 de Cúcuta




Ojo con la censura y la represion intelectual: Dos ejemplos para tener en cuenta

miércoles, noviembre 21, 2007
Wilson Díaz

Hace poco miembros del cuerpo diplomático colombiano en la ciudad de Londres retiraron la obra del artista Wilson Díaz titulada "Héroes del Sur" argumentando que atentaba contra los intereses de la nación ya que mostraba a los guerrilleros de las FARC en el ámbito internacional y esa circunstancia declaraba de manera peligrosa la supuesta simpatía pro-insurgente del artista, que el consulado, la embajada y todos los diplomáticos colombianos en el Reino Unido no podían tolerar teniendo en cuenta la grave crisis que afronta el pais. Aquí se realiza tal vez la lección más tenebrosa que las alianzas uribistas con el crimen: LA CENSURA. El consulado y la embajada de Colombia en el Reino Unido se abstuvo de la circulación de su desacuerdo por los medios de comunicación y encambio prefirió usurpar de la galería al mejor estilo macartiano la obra de Diaz. Este hecho es tan grave ya que evidencia la invasión a la propiedad intelectual del artista y la imposición del silencio que ejercieron todas las dictaduras del mundo contra los intelectuales. Se concluye entonces que los únicos que gozan del derecho de opinar y manipular materiales relacionados con el conflicto armado en Colombia son aquellos autorizados por el poder estatal y no los ciudadanos que intentan construir desde ópticas paralelas una versión de la guerra. El arte como manifestación de la libertad de expresión debe permanecer en este sentido si se desea obtener la diversidad de interpretaciones ejercitadas por el espectador, pues la obra sólo se completa al integrarse con sus lectores.


Renson Said Sepulveda

El segundo caso, tan o más nefasto es la demanda impuesta por el abogado Pablo Chacón Medina contra el periodista, poeta y crítico literario Renzon Said Sepulveda quien publicó en el 2003 una columna en el diario de la ciudad de Cúcuta "La Opinión" en la cual desconoce las propiedades estéticas de la obra literaria de Chacón Medina. Según Chacón la crítica de Renzon Said Sepúlveda lo perjudicó de tal manera que pide por parte del crítico el reembolso de aproximadamente 500 millones de pesos y el embargo de todos sus bienes para restutir el mal ocasionado. Tal parece que Chacón no tolera que nadie enfrente su producción intelectual y cualquier posición que este en contra de su estilo literario prefiere defenderla, no a partir de un debate público sobre estéticas literarias, sino a través de sus conocimientos de jurisprudencia en donde encuentra de una manera más fácil la cláusula precisa para someter a los que se atrevan a criticarlo. Un hecho semejante es la represión de opiniones que se le hacen al uribismo cuando todo aquel que esté en su contra se convierte de inmediato en un "guerrillero vestido de civil" y blanco de la censura, persecución y aniquilamiento. La diferencia en este caso, es que mientras el uribismo en asociación con grupos delincuentes selecciona a sus detractores para desaparecerlos, a Chacón sólo le basta la cuota de 500 millones o la retracción del crítico, que lógicamente va en detrimento de la moral y la ética para el oficio de cualquier hombre de letras.

Columna de Pablo Chacón Medina

Pablo Chacón Medina 17 de Noviembre

Una respetuosa respuesta


Como quiera que el maestro Cicerón Florez, en su prestigiosa sección “Indicadores”, del viernes último, al referirse al artículo publicado en El Espectador, el domingo 11 de noviembre, en el que se me incluye como protagonista de una denuncia, hizo una oportuna aclaración, en el sentido de que “Pablo Chacón ha respondido que no es cierto que haya solicitado indemnización a su favor”, lo cual le agradezco, pues nadie más que él, sabe y conoce, porque se lo he reiterado infinidad de veces, que lo único que le exijo, amistosamente, al joven columnista, Renson Said Sepúlveda, para desistir de la denuncia que le instauré por injuria, es que se retracte públicamente de haber dicho que soy “un falso intelectual, que engañó a una sociedad entera mediante las majestuosas artes de la simulación”. Con el único propósito de contribuir a clarificar la información de El Espectador, y dada la circunstancia de que me enteré que éste domingo, el suplemento literario “Imágenes”, publicará un reportaje con el joven periodista Renson Said Sepúlveda, reiterando lo que varias veces ha venido diciendo en su columna sobre el tema, he resuelto, en vez de mi tradicional columna dominical, publicar la carta que le hice llegar al señor director de La Opinión, porque en ella los lectores habrán de conocer una verdad, que ampliamente conocen los directivos del periódico, sobre mi generosa voluntad, para tratar de ayudar al joven periodista, en la solución de su proceso penal, dado el altísimo respeto y aprecio que le tengo al maestro Cicerón, quien guarda hacia él, una notoria consideración y estima especial.

En lo esencial, la carta dice lo siguiente:

“Con asombro acabo de leer la última columna escrita por el joven columnista, Renson Said Sepúlveda, el domingo 11 de noviembre. Es la misma que antes había enviado a mi oficina, pretendiendo que la aceptara como retractación, para que retirara la denuncia que le instauré, y de la que siempre he estado dispuesto a desistir, sin ninguna otra contraprestación que la de reconocer que me injurió y que lamenta haber incurrido en ello.

Pues bien, no obstante haberle solicitado, en nota que le envié con su abogado, que no la publicara, “porque no la entendía como una retractación, sino como una reiteración de la ofensa, de la injuria, que otrora lanzara contra mí, de manera injusta”, lo cual, cordial y respetuosamente, también informé al maestro Cicerón, el joven Renson Said publicó la columna.

Pero es mas, conociendo usted que no es cierto que aparte de su retractación le esté solicitando una millonaria indemnización, extrañamente, y en la misma fecha del domingo, aparece en el periódico “El Espectador”, sección judicial, una nota con notorio despliegue fotográfico del joven Renson, y bajo el título “Juicio a critico literario”, y un subtítulo donde se destaca que: “Un columnista del diario “La Opinión” está a punto de ir a la cárcel y pagar mas de $500 millones por desconocer una obra”.

Pero lo que me pareció increíble es que allí se diga, con tremenda desfachatez, “...que la ira de Chacón no terminó en esta insólita solicitud de indemnización. Además pidió que embargaran los bienes muebles e inmuebles del critico literario, y que también incautaran los establecimientos comerciales y vehículos que figuraran a nombre del columnista, un hombre de 34 años que sobrevive del sueldo que todavía sigue ostentando como corresponsal o escritor comentarista del suplemento literario del diario La Opinión”.

Por Dios, de donde tanto odio contra mí, tanto deseo de enlodarme, de hacerme aparecer, ahora, ante la opinión nacional, como un perseguidor de la inquisición contra un indefenso joven, que lo único que hace es ejercer el periodismo critico, sobreviviendo, apenas, “del sueldo que todavía sigue ostentando como corresponsal o escritor comentarista del suplemento literario del diario La Opinión”. Un patético cuadro de un abogado desalmado e insensible, que pretende matar de hambre a un periodista, despojarlo de su vivienda, su abrigo, su alimento, su mísero sueldo, según subliminalmente se insinúa en la nota periodística.

Atribuirme, en El Espectador, haber exigido su reconocimiento de que soy un poeta y un intelectual, es una deplorable actitud que no corresponde a la verdad. Varias veces le he mandado a decir con el maestro Cicerón, quien me merece el mas elevado respeto, que de mí puede seguir diciendo que mi poesía le parece mediocre, o que simplemente no lo soy. Eso puede decirlo y repetirlo mil veces. Lo que no debió decir, porque por eso está llamado a juicio, es que soy “...un falso intelectual, que engañó a una sociedad entera mediante las majestuosas artes de la simulación”. De esas afirmaciones, notoriamente injuriosas, es que le he venido solicitando que se retracte. Mientras no lo haga resulta absolutamente inaceptable cualquier insinuación para que desista de la acción penal.

Quiero reiterarle que lo que mas deseo es no ver condenado al joven Renson Said Sepúlveda. Si bien desconozco cuál habrá de ser el veredicto final, no veo la razón por la que desea someterse a la eventualidad de un riesgo innecesario. Si no se retracta, como tantas veces se lo he venido insinuando a través del maestro, es asunto cuyo incierto resultado sólo debe recaer en él. En cuanto a mí, tengo mi conciencia tranquila. Nada que yo no haya intentado para que este proceso termine. Al parecer su soberbia y su terquedad parecen haberme ganado la partida”.

Esta, una respetuosa respuesta a la nota del maestro Cicerón. Si bien, en cuatro años, no me he ocupado del joven periodista, respecto del que he guardado absoluto silencio, no ha sido por desconocer su valor literario, o por arrogancia. Simplemente, no he querido involucrarme en una polémica, infructífera para mí, e incómoda para el periódico.

Pablochaconmedinaazul@hotmail.com

“No tengo más armas que mis propias convicciones” (Entrevista)

Renson Said, el enfant terrible de la crítica, confiesa

Por Saúl Gómez e Isaías Romero



Hace 10 años salió Renson Said Sepúlveda de Cúcuta. Ocultos en algún lugar de su maleta, llevaba unos poemas con los que había quedado en segundo lugar en un concurso nacional de poesía, algunos periódicos arriesgados que editaba en el colegio y con los cuales denunció irregularidades en varios centros educativos de la ciudad. Estas denuncias le costaron el puesto a un rector, según supimos.



Pasados varios años, culminados sus estudios de literatura en la Universidad Javeriana, Renson Said es conferencista y especialista en la obra de Gabriel García Márquez y una de las plumas más osadas que tiene el país. Sus artículos de La Opinión se reproducen en varias páginas Web de América Latina y en revistas especializadas. Su blog en Internet (www.nuevolevitico.blogspot.com) cuenta con más de siete mil entradas, unas cien visitas por semana. Sin embargo, sus logros literarios no se limitan allí, ha sido llamado para realizar los prólogos de literatura universal de la editorial Oveja Negra, escribió el capitulo dedicado a García Márquez en la Nueva Enciclopedia Colombiana editada por el diario El Tiempo, e incluso, por paradójico que parezca, la misma Asociación de Escritores le llamó para realizar los prólogos de las Antologías de los Concursos Eduardo Cote y Jorge Gaitán Durán.



Es el columnista más atrevido que tiene el periódico La Opinión, ya que no escribe para buscar favores, ni para alabar a los políticos de turno, Renson tiene una posición ética, difícil de encontrar en estos días y desde allí lanza sus ataques, donde clava sus espinas en los lectores, esperando que sus palabras convoquen a una acción, que transformen poco a poco a la ciudad y sus adormilados habitantes. Recientemente en el marco de la Feria del Libro de Cúcuta varios asistentes le reclamaron públicamente por el silencio de su columna.



El columnista



-Usted, que es un estudioso de las relaciones entre el periodismo y la literatura, ¿en qué medida su formación literaria ha alimentado sus labores como periodista cultural y como columnista?



-La literatura me ha enseñado que una columna de prensa puede alcanzar la belleza estética de una obra de arte. Una columna, por su estructura, por su lenguaje, por el nuevo ángulo en que se enfoque, puede perdurar en el tiempo, pude vivir más allá de la anécdota que le dio origen. Mire usted las columnas del británico Paul Jhonson en The Guardian, o las de Albert Camus cuando escribía desde la resistencia, o las columnas de Héctor Rojas Herazo y García Márquez y verá que diez o veinte o cincuenta años después de haber sido escritas, tienen una asombrosa vigencia: se leen como si hubieran sido escritas esta mañana. Y eso es posible cuando el columnista tiene una profunda conciencia del arte. Hemingway decía que aprendió a escribir viendo cuadros de Cezanne. Pero también la música, la danza y la escultura ayudan a escribir una buena columna. No digo que mis columnas tengan la misma importancia de estos maestros, digo simplemente que la columna de prensa es un arte que exige disciplina y en la que no cabe ni el exhibicionismo ni la lambonería.



-Su columna, Vía Libre, se caracterizaba por hacer revelaciones y recordar hechos históricos que parecen olvidados pero que hacen parte de nuestro pasado y son causantes de la situación del país; en este caso recordamos cuando hablaba sobre Turbay Ayala, Uribe Vélez, George Bush, entre otros. ¿Qué consecuencias trae para su labor y para su humanidad atreverse a decir lo que todos saben y callan?



-La consecuencia la sabe todo el mundo. Muchos periodistas en este país han sido exiliados y asesinados por que sus escritos revelaron que algún alcalde además de corrupto tiene vínculos con bandas criminales. Muchos columnistas de opinión han sido asesinados o perseguidos porque se han atrevido llamar a las cosas por su nombre. Hace poco Hollman Morris tuvo que salir del país amenazado de muerte. Y Daniel Coronell y Carlos Lozano. En Cúcuta asesinaron al director de La Opinión, Eustorgio Colmenares, a Tirso Vélez y están amenazados Carlos Patiño y Gala Peña. La consecuencia de un trabajo honesto y responsable con la libertad de opinión es un atentado directo y criminal contra la vida del periodista. Sin embargo, pienso que el periodismo es el nivel más alto de la solidaridad humana, en ese sentido, agachar la cabeza frente a una amenaza y guardar silencio, no solo es traicionar su naturaleza, sino también es traicionar la memoria de nuestros muertos. Es duro decirlo, pero el árbol de la libertad muchas veces se tiene que regar con la sangre de nuestros mártires.



-En una columna dedicada al presidente Álvaro Uribe, usted afirma que Colombia y su clase dirigente hacen parte del catolicismo uribista confesional…



-Ah, bueno, lo que sucede es que Colombia ha sido siempre un país de derechas, con una clase política corrupta y excluyente, que no ha sabido y que probablemente no ha querido llevar al país a las puertas de la modernidad. Aquí todavía nos matamos por prejuicios políticos; aquí la gente se muere de hambre y vive en la miseria pero en época de elecciones los políticos les llevan las urnas a los basureros para que voten. Hay zonas del país donde la gente vive en la época de las cavernas, sin luz y sin agua, cocinando con leña. Y eso es así porque a la dirigencia de este país lo único que le importa es conservar sus privilegios. Y el gobierno de Uribe, que se parece mucho al gobierno de Turbay Ayala y aún más al de Mariano Ospina Pérez, ha logrado una alianza criminal entre la derecha armada, la iglesia católica y unos cuantos propietarios que han sumido en la pobreza y en un mar de sangre a miles de colombianos. La alianza de la iglesia con los paramilitares se explica por el hecho de que los paramilitares combaten a una guerrilla comunista y atea que de alguna manera representa una amenaza para la fe cristiana. Pero todo esto viene orquestado desde arriba, desde un presidente que se cree enviado de Dios, que se cree un salvador y un Mesías. Y es probable que lo sea, pero no de los pobres ni de los desplazados, sino de la clase política.



El periodista



- Usted ha entrevistado a muchos escritores de la talla de José Saramago, García Marquéz, Ernesto Cardenal, Antonio Caballero, Gay Talese por sólo mencionar algunos. Frente a un trabajo periodístico como éste qué recuerdos agradables quedan…



-Pues, mire, el género de la entrevista me ha servido para conocer a la gente que yo admiro. Personalmente no me gusta la entrevista desde el punto de vista del trabajo: desgrabar, editar, titular, en fin. Soy muy perezoso para eso. Sólo hago entrevistas cuando me encuentro con un escritor cuyos libros me han gustado y decido entonces buscarlo para hablar de literatura. Eso explica que tenga muchas entrevistas que no he publicado todavía: con Héctor Rojas Herazo, Leandro Díaz o Antonio Caballero. Pero tampoco es que estén completamente inéditas, porque muchas de ellas las he convertido en artículos.



-Qué entrevistas le faltan… cuáles se le dañaron en el camino.



-Muchas. Un día me encontré en una calle de Bogotá con Gustavo Ibarra Merlano, el hombre que más sabía de griego en Colombia y el que había corregido La Hojarasca, de García Márquez. Yo le dije que quería entrevistarlo y él me invitó a que hiciéramos la entrevista ahí mismo, en un café de la séptima. Pero era viernes, cinco de la tarde y la rumba estallaba en las tabernas. Le propuse, entonces, que dejáramos la entrevista para el lunes siguiente y así yo tendría suficiente tiempo para pensar. El maestro Gustavo estuvo de acuerdo y cuando llegó el lunes leí en la prensa muy temprano que Gustavo Ibarra Merlano había muerto ese fin de semana. Algo parecido me sucedió con Eligio García Márquez y Zapata Olivella. Aprendí que en el periodismo las cosas no hay que dejarlas para mañana porque mañana no existe. Y con respecto a su otra pregunta, me gustaría entrevistar a Concha Buika, que no es escritora, sino cantante de jazz, y combina ritmos del flamenco y de las bulerías en una voz que no es de este mundo. Además es dueña de una belleza inverosímil.



El critico Literario



-Usted es un buen lector de poesía, y ha escrito sobre poetas de la talla de Montale, Eliot, Rilke, Cardenal, entre otros, esto ha ayudado a la formación de jóvenes escritores, en nuestra ciudad y en otras oportunidades ha participado en talleres de formación y mantiene correspondencia con varios autores jóvenes. ¿Cuál considera que es la causa de que la actual poesía nortesantandereana, con contadas excepciones, no tenga relevancia a nivel nacional?



-Lo primero que he notado en los jóvenes poetas de Cúcuta es un afán por publicar. Y escriben de prisa, sin las lecturas necesarias, sin la disciplina y la reflexión que conlleva el oficio poético. Y viven preocupados por ganarse el concurso literario, por figurar en el periódico, y en los cócteles. Y usted sabe muy bien que la poesía es un trabajo arduo y paciente. No todos los días se escribe un buen poema. Por eso hay que tener muy claro si lo que importa es la poesía o la publicación. Tal vez hacen falta modelos, salir de la anquilosada influencia de Cote y Gaitán, y con esto me refiero a que hay que superarlos mirando hacia otros lados. Hay un poeta argentino llamado Jorge Boccanera que me parece extraordinario porque usa un lenguaje contenido y preciso en un mundo dominado por la incontinencia verbal.



-Sabemos que usted fue demandado por el abogado penalista Pablo Chacón Medina por hacer una fuerte crítica a su obra poética. Cómo va el proceso y qué consecuencias trae para los pocos críticos literarios que tiene la ciudad, que los escritores no permitan el libre ejercicio de la crítica.



-Mire, la verdad yo he estado muy ocupado y no he tenido cabeza para esto. Ahí está mi abogado que trata de buscar una solución. Pero le puedo decir que esta demanda se analiza desde dos puntos de vista: primero, que Colombia sigue siendo un país de leguleyos que quieren llevar todos los problemas, incluso los académicos y poéticos, a un plano jurídico. Y segundo, que Chacón Medina no ha sido honesto consigo mismo cuando en sus columnas predica la libertad de expresión y se autodenomina humanista, pero al mismo tiempo da muestras de intolerancia y ceguera intelectual. Lo que hace Chacón Medina es peligrosísimo para la libertad de opinión y la libertad crítica. Incluso es peligroso para él mismo y no se ha dado cuenta.



-Por qué asegura que es peligroso para Chacón si fue él quien interpuso la demanda.



-Porque yo he leído sus columnas y muchas de ellas son todo eso que él me endilga: injuriosas, insolentes y menoscaban el patrimonio moral de las personas. Mire, aquí tengo una columna de Chacón Medina publicada en La Opinión en el año 2003 contra el presidente de Venezuela Hugo Chávez. Aquí dice que “Chávez es un payaso con ínfulas de ser la reencarnación del máximo prócer de América”. También dice que es “un papagayo de colores rechinantes”, que tiene una “verborrea de vulgar hojarasca”. Y lo trata de “Bolívar de plomo” y “vulgar imitador” de Bolívar. Y hasta donde yo sé el Consulado de Venezuela no lo ha demandado por injuria y calumnia. Chacón Medina tendrá sus motivos para asegurar que Hugo Chávez es un completo payaso, así como yo tengo los míos para pensar que él es un mal poeta.



-Sabemos que Chacón Medina pide una suma de 500 millones de pesos por indemnización ya que su columna le causó daños personales. Sería la primera vez en la historia que un crítico es tratado de esta manera al referirse netamente a una obra literaria, ¿existe la posibilidad de que Renson Said haya pretendido un daño moral y profundo en la persona del respetado penalista?



-Estoy de acuerdo con el primer razonamiento de su pregunta: es la primera vez en Colombia que sucede algo semejante. Pero, ¿daño moral? Pablo Chacón lo que quiere es plata. Pero la cosa va más allá: él tuvo la oportunidad de contraargumentar desde la tribuna de su columna, y si no lo hizo es porque sabe muy bien que yo tengo la razón. Lo que pasa es que me está usando como chivo expiatorio para demostrarle a sus clientes que todavía tiene poder. Y me elige a mí como blanco porque sabe que yo no tengo más armas que mis propias convicciones. Jamás he injuriado a nadie, ni le dicho a nadie que es un vulgar payaso, como Chacón ha dicho de Hugo Chávez.

¿Quién le teme a Renson Said?

sábado, 17 de noviembre de 2007

Por Pedro Ecudriñez
El Espectador

En la edición del 11 al 17 de noviembre de El Espectador, me enteré de una viva polémica en Cúcuta, entre un crítico literario (Renson Said) y un abogado (¿poeta?) llamado Pablo Chacón Medina. No conozco a ninguno de los dos. En el artículo de El Espectador, firmado por Enrique Rivas, se dice que: “una jueza de Cúcuta se apresta a resolver si el crítico literario del periódico ‘La Opinión’, Renson Said Sepúlveda Vergara, injurió y calumnió al abogado Pablo Chacón Medina, una de las personalidades intelectuales de la capital de Norte de Santander, al señalar que no es poeta ni sus calidades estéticas lo ameritan”.

Traté de conseguir el texto original de Said sobre los poemas de Chacón, y a su vez, los escritos estéticos de éste para formarme mi propia opinión, sin éxito, pues en internet lo único que aparece sobre los dos es lo siguiente:

Sobre Said: conferencia de Said sobre García Márquez en la Biblioteca Luis Ángel Arango de Cúcuta; poema “Tricolor” en la revista ‘Casa de Poesía Silva’; conferencia sobre la revista ‘Mito’.

Sobre Chacón: artículo “¿Agradece Uribe la gestión de Chávez?”; proposición a favor de un presbítero: “eminente orador sagrado, excelso y prolífico escritor, investigador incansable, conversador inigualable y ameno, entre otros atributos que adornan su personalidad” (lo dijo Chacón, en compañía de otros “doctores”, sobre un joven presbítero, que tampoco conozco).

A lo mejor esto era lo que esperaba (y espera) Chacón de un crítico literario. Es posible que su ego “simulador y vanidoso” (cito a Said a propósito) necesite de este tipo de adulaciones fatuas. Si Said lo llamó: “mediocre, incapaz intelectualmente y analfabeto”, Chacón no tiene sino que demostrar con obras (literarias), no con piezas (jurídicas), que no lo es. Si se arriesga, puede que no sólo Said sino muchos más lo llamemos de nuevo: “mediocre, incapaz intelectualmente o analfabeto”. O quizá los adornos de su personalidad nos maravillen y lo llamemos: “orador sagrado, excelso y prolífico escritor, investigador incansable, conversador inigualable y ameno”. Qué más da.

Más allá de los escritos de Chacón o Said, lo que está en juego para nosotros es la libertad de pensamiento y de expresión. Es cómico que el abogado Chacón demande a un crítico literario por sentirse afectado en su “salud sicofísica”. ¿Se imaginan a los impresionistas franceses demandando a los salones de exposición por no haber incluido sus pinturas en ellos? ¿Dedicando su tiempo, su energía y su creatividad a toda suerte de artimañas legales? Quizá no hubieran pintado más.

Cuántos poetas, de haber seguido la idea de Chacón, hubieran dejado de lado sus obras por ir a los tribunales a buscar a los jueces, en vez de buscar ser leídos (y apreciados o no) por lectores anónimos. Tomemos sólo un caso. El genial Artaud, que ve varias veces rechazada su colección de poemas por la ‘Nouvelle Revue Francaise’ y que lo único que ve publicado es el intercambio de cartas con el director de la revista. ¿Acaso se le ocurrió a él, o a cualquier artista que tenga un mínimo sentido del “gusto” y de “entereza estética”, demandar a alguien por no ser publicado o leído? Por otra parte, ¿qué puede decir un juez, por experto que sea en cualquier especialidad del derecho, sobre el arte? Y finalmente, ¿a quién le importa lo que digan abogados o jueces sobre el arte?

No es, sin embargo, la primera vez que episodios así se presentan en Colombia. Recuerdo, por ejemplo, en la época de la I Regeneración, ciento veinte años antes de ésta, cómo Núñez, Caro y su sanedrín de inquisidores, presbíteros y gramáticos persiguieron y desterraron a Vargas Vila y a Juan de Dios Uribe, por escribir panfletos políticos, y sobre todo por ridiculizar las supuestas “gestas” poéticas del dictador Núñez, y su famoso poema: ‘Que sais-je?’ (¿Qué se yo?).

A quienes defendemos la libertad de expresión y la cultura, debe tenernos sin cuidado que se trate de una “personalidad” o no, el que demande a un periodista por manifestar sus opiniones. Que siga entonces el curso del ‘Affaire Said’. A diferencia de Enrique Rivas, considero que este no es un tema menor y que, si bien no puede compararse a las atrocidades que leemos todos los días (y a las que no se cuentan) en los procesos de “parapolítica”, en la defensa de Said se juega lo poco que tenemos como democracia (a pesar de lo que piense la revista ‘The Economist’).

La crítica al juzgado

El 28 de marzo de 2003, Renson Said Sepúlveda publicó en un periódico de Cúcuta una columna titulada “La República de Chacón”.

Juan Gabriel Vásquez
sábado, 17 de noviembre de 2007 (El Espectador)

El 28 de marzo de 2003, Renson Said Sepúlveda publicó en un periódico de Cúcuta una columna titulada “La República de Chacón”. Era, o pretendía ser, una crítica literaria: parece que el abogado Pablo Chacón, tema de la columna, es poeta. El artículo de El Espectador donde aparecen estos datos explica que al abogado no le gustaron los términos de la columna, que no se referían a sus libros, sino a su figura como poeta. Explica también que el abogado y poeta o poeta y abogado se sintió tan afectado en su “salud sicofísica” por las críticas de Sepúlveda, que tuvo que buscar la ayuda de un médico; y tan afectado, además, que demandó al crítico, y ahora está pidiendo a la justicia que lo condene por injuria y calumnia y que lo obligue a pagar, como indemnización, más de quinientos millones de pesos.

Si la anécdota parece ridícula es porque, en el fondo, lo es. Pero hay ridiculeces que son además profundamente preocupantes, y ésta es una de ellas. Dejemos de lado la propensión de los colombianos a dirimir cualquier desacuerdo en los juzgados: esto es sin duda menos grave que la otra propensión colombiana, la de dirimir cualquier desacuerdo a bala limpia. Pero lo cierto es que el caso del periódico cucuteño, que seguramente es único en el mundo (en ningún país del mundo occidental, por lo menos, habría prosperado una demanda semejante), no es único en Colombia. Hace unos meses, Héctor Abad Faciolince escribió una columna intensamente crítica sobre una redacción titulada Sin tetas no hay paraíso; la reacción inmediata del redactor fue amenazar con demandas judiciales. Y no sé qué me parece más increíble: que un sistema judicial admita las demandas o que los escritores ofendidos se animen a hacerlas.

Que un juez considere que hay delito cuando un crítico da su opinión, es un gran malentendido: porque para eso está la crítica, para opinar, y para eso están los libros y también sus autores: para aguantar las opiniones. Es absurdo recordar semejantes perogrulladas, pero parece que esas perogrulladas no están al alcance de los peritos que aconsejan a algunos jueces. El hecho es simple: todos los autores que en el mundo han sido saben que publicar un libro es un contrato que viene con letra pequeña, y esa letra dice que a partir de entonces el autor deberá soportar lo que se diga de su trabajo. Virginia Woolf dijo del Ulises que era la obra de un universitario que se rasca los granos, y no por eso Joyce fue a los tribunales; un crítico italiano, Francesco Varanini, publicó un libro en el que calificaba a García Márquez de patán, arrogante y palurdo, pero a García Márquez nunca se le ocurriría defender su honor en los juzgados. Le basta ser el autor de Cien años de soledad.

Ahora bien, no todos los críticos son iguales, ni todas las críticas tampoco. Digamos que hay dos tipos de críticos: los inteligentes y los imbéciles. Y digamos que hay dos tipos de críticas: las positivas y las negativas. Pues bien, un crítico inteligente puede producir ambas, y también un crítico imbécil; y una crítica negativa puede ser agresiva y aun insultante, pero también hay críticas positivas con las que el autor se siente insultado. El autor, entonces, medirá las anteriores combinaciones y le dará a cada crítica la importancia que se merece. Y puede decidir si responde o no, aunque para mí, responder a una crítica, positiva o negativa, es una de las prohibiciones tácitas del oficio. Pero lo que nunca puede hacer es considerarse víctima de daños morales porque alguien destroce sus libros, aunque sea en tono insultante. Y lo que no debe hacer, por simple pudor, es pedirle a un juez que diga lo contrario. Casi puedo leer las solapas: El autor nació en tal lugar y en tal año. Ha publicado tales libros de poemas. La crítica los ha destrozado, pero un juez penal opina que son buenísimos.

No sé si eso es lo que quiere un autor.

de la Federación de Asociaciones de Prensa de España (FAPE)

Desde España

Estimado colega Renson:

El picapleitos reclama a golpe de estaca la autoridad de sus poemas, pero la condición de creador y la autoría de una obra no se compran en un tribunal de justicia. No hace mucho tiempo el general Franco orquestó la barbarie en mi país. Su delirio de poder le llevó a producir la película Raza. No por ello el dictador se convirtió en cineasta. Además, de ser así, hubiera sido de serie B y terror.

Afortunadamente las esencias, y menos las artísticas, son inalienables. Imposible constreñirlas al dictamen de un juez. Pensaba viajar pronto a Colombia, pero ahora me surgen dudas...

¿Me detendrán en la aduana por injurias?

Mi apoyo solidario desde tierras moriscas, como miembro de la Federación de Asociaciones de Prensa de España (FAPE)

José Lorenzo Benítez
Periodista
Cádiz

PERFIL



Renson Said Sepúlveda obtuvo el título de Profesional en Estudios Literarios en la Pontificia Universidad Javeriana de Colombia, con una tesis sobre las relaciones entre el lenguaje periodístico y literario, en la obra de Héctor Rojas Herazo. Sus ensayos y artículos son publicados en diferentes medios de comunicación de América Latina y el Caribe. Sostiene una columna política los viernes en el diario La Opinión de Cúcuta, que es reproducida en la blogósfera. Ha publicado en la prestigiosa revista Mundo, una de las más importantes revistas de fotografía de Colombia y es autor de los prólogos a las antologías de los Premios Nacionales de Poesía y Cuento “Eduardo Cote Lamus” y “Jorge Gaitán Durán”, respectivamente. Ha sido conferencista en diferentes universidades de Colombia y tallerista del Banco de la República. Actualmente vive en Bogotá, toma café y escucha a Concha Buika.

Carta de respuesta al artículo "Historia de una denuncia"


San José de Cúcuta, 17 de Octubre de 2007

Señor
Renson Said Sepúlveda
Columnista del periódico La Opinión
E. S. M.

Acabo de leer la supuesta nota conciliatoria, que usted piensa publicar en su columna “Vía Libre”, del periódico La Opinión, pretendiendo, con ello, que la acepte como una amistosa y cordial postura de su parte, tendiente a que se entienda como una retractación a los hechos deshonrosos que menoscabaron y causaron grave daño a mi patrimonio moral, constituyendo, a no dudarlo, una conducta punible de injuria.

Al respecto debo manifestarle que su nota “supuestamente conciliatoria”, no la entiendo como una retractación de la ofensa, de la injuria, que otrora lanzara contra mi, de manera injusta.

Me sorprende que a través de esa clase de publicaciones, que considero reiterativas de una grave ofensa, pretenda usted, en un escrito cargado de insolencias, de falsos juicios de opinión, que yo lo acepte como excusa valida, para pedir que se le ponga fin al respectivo proceso penal.

Nada más insensato e inaceptable. Máxime cuando la postura que usted asume, “en el supuesto escrito conciliatorio” no hace nada distinto, a revivir las graves injurias que anteriormente me profirió, refrescándolas, con clarísimos propósitos, fácilmente entendibles, de reiterar ofensas y no de retractarse de las mismas.

Así que si no cambia de actitud, retractándose públicamente de las ofensas deshonrosas que menoscabaron mi honor y causaron grave daño a mi patrimonio moral, debo entender que, hasta el momento, no ha existido de su parte, no obstante mi buen deseo de poner fin a este proceso penal, animo conciliatorio.


Atentamente,


Pablo Chacón Medina

Manifiesto por la libertad de expresión y el derecho al libre ejercicio de la crítica



Los abajo firmantes: poetas, artistas, librepensadores, gestores culturales, artesanos de la palabra, dramaturgos, mendigos, periodistas, cantantes, bailarinas y gente del común, rechazamos de manera unánime la demanda penal por injuria y calumnia que el abogado y poeta Pablo Chacón Medina entabló contra el crítico literario Renson Said Sepúlveda por haber emitido un juicio sobre su poesía.



La columna de opinión que escribió el crítico Renson Said en marzo de 2003 merecía una refutación inteligente en el campo de la polémica, y no la celada cobarde de una demanda judicial en la que el poeta ofendido pide la indemnización de 500 millones de pesos y una retractación pública.



Semejante despropósito no sólo marcha en contravía de la libertad de opinión, del libre ejercicio de la crítica literaria, del artículo 20 de la constitución política colombiana, sino que además sienta un precedente nefasto que haría temblar al mismísimo Goebbels. Las ideas se discuten, no se aplastan con artimañas. Y en el campo de la literatura, donde todo es subjetivo, pretender que un crítico emita obligadamente un juicio favorable a una obra cualquiera, es volver a un periodo de oscurantismo, es borrar de un trazo todas las conquistas sociales de la humanidad y los fundamentos de la civilización en cuyo nombre existimos: los principios del derecho, heredados de Roma; el humanismo conquistado por la Italia del Renacimiento; la libertad de conciencia ganada a sangre por el protestantismo, las libertades proclamadas por la Revolución Americana de 1776; los derechos humanos impuestos por la Revolución Francesa de 1789; y la plataforma de toda sociedad democrática como es la posibilidad de disentir.



Elevamos todas nuestras voces de protesta y exigimos el respeto a las humanidades. No podemos aceptar, por un elemental sentido de la decencia y la justicia, que en el territorio libre de la literatura se presente la misma represión política, la misma cacería de brujas, la misma censura a la libertad y expresión que las dictaduras fascistas de derecha han impuesto en los pueblos de América con el único propósito de crear seres humanos alienados y embrutecidos, entregados todos a una verdad universal impuesta desde arriba. Decía Voltaire: “auque no esté de acuerdo con las opiniones de mi interlocutor, daría la vida por defender su derecho a exponerlas”. Y ese derecho es el que nos asiste a todos en este pronunciamiento.

La República de Chacón

Esta es la columna publicada en el diario La Opinión en marzo de 2003 y por la cual su autor enfrenta una demanda penal por injuria y calumnia, además el poeta Pablo Chacón Medina, en un acto no sólo inédito en Colombia, sino también en el terreno de la inteligencia y la crítica literaria, pide una indemnización de 500 millones de pesos y que su obra sea avalada ante un tribunal.
Renson Said

Lee uno el periódico del domingo, y ahí está, a la vista de todos, un nuevo poema de Pablo Chacón Medina. Ojea uno la edición del lunes o del martes, y allí otra vez, Pablo Chacón Medina, aparece transformado en un gran pensador latinoamericano porque así lo ven sus amigos que también escriben en el mismo periódico.



Pero si uno quiere distraerse un poco leyendo, digamos, las páginas sociales, también allí está Pablo Chacón Medina porque acaba de pronunciar un discurso entusiasta ante la Sociedad Bolivariana, o porque la Academia de Historia le dio una condecoración por sus “aportes intelectuales”, o simplemente, porque leyó frente a una audiencia anestesiada su columna de la próxima semana, o el poema de la semana pasada, o el artículo de un amigo suyo donde le recuerda que es un hombre dedicado “al estudio de la poesía y la historia”.



Y cuando uno cree que por fin va a descansar de tanto Pablo Chacón Medina, que por primera vez en la vida no se va a encontrar con ningún artículo suyo en el periódico, aparece, entonces, de anunciante. Y es que Pablo Chacón Medina posee el don de la ubicuidad: está en todas partes al mismo tiempo: es abogado, orador, poeta, columnista, filósofo, analista, reseñista, declamador, historiador y miembro de todas las Academias que existen en el amplio universo de su dominio.



Por eso es que mucha gente se pregunta cómo hizo este hijo elegido de los dioses chibchas para engañar a una ciudad entera durante tanto tiempo. La respuesta ya la dio Hegel: porque “la mediocridad dura y gobierna, finalmente, al mundo. Esta mediocridad también tiene ideas, aplasta con ella el mundo existente, borra la viveza espiritual, la convierte en mero hábito, y así dura”.



Esa “mediocridad” a la que se refiere Hegel y que borra la “viveza espiritual”, son las majestuosas artes de la simulación expedita que frecuentemente utiliza Pablo Chacón Medina para hacerse un nombre dentro de la literatura local y que caricaturescamente repite la Academia de Historia y la Sociedad Bolivariana sin otro propósito que alimentar el círculo de su propia vanidad. Todos esos vicios juntos son el sustento de una acomplejada y a la vez agresiva como eficiente y pomposa mediocridad municipal.



Pablo Chacón Medina no sabe pensar, consecuentemente no sabe escribir. Y cuando su portentoso vientre concibe un poema de indiscutible densidad retórica no sabe cómo escapar a los grilletes de sus propios heptasílabos. Confunde la oratoria con la poesía y el entusiasmo con la interiorización. Sus poemas son mediocres porque no conoce la disonancia, sufre de incontinencia verbal y no interioriza sino que registra profusamente cualquier anécdota.



El poema no puede estar condenado a su efímera verdad anecdótica, sin que nada lo proyecte sobre su destino eterno y universal. No basta, entonces, con versificar porque la esencia de lo poético está en la fijación de un instante en la percepción y no en juntar imágenes. Chacón Medina no puede llevar el poema más allá de sus posibilidades lingüísticas porque es un poeta de ocasión.



No solo desconoce ampliamente los secretos de la escritura poética, sino que frente a la incapacidad intelectual de producir un ensayo académico sobre Simón Bolívar, decidió ser su apologista nostálgico. Por eso Platón quería expulsar a todos los malos poetas de la República. No le hubiera servido de nada, porque ahora existe la república de Chacón.

Historia de una denuncia

Vía Libre

Renson Said
(Publicada en el diario La Opinión de Cúcuta, Norte de Santander)

Con motivo de un artículo mío publicado en este periódico en marzo de 2003, el doctor Pablo Chacón Medina me denunció penalmente por injuria y calumnia. Además, exige una indemnización por 500 millones de pesos. Mi artículo decía de manera escueta que Chacón Medina no sabe escribir. Tampoco sabe pensar. Y que además su poesía me parece mediocre. También he dicho lo mismo sobre otros escritores de Colombia y América: William Ospina, por ejemplo. Un día señalé a Octavio Paz como falsificador de la cultura por tomar ideas prestadas de Alfonso Reyes y hacerlas pasar como propias en su libro El arco y la lira. Y que yo sepa, ni William Ospina ni Octavio Paz, me ha citado en un juzgado.

Digo todas estas cosas porque estudio el tema, porque me lo dicta mi formación académica, porque me lo dice mi sensibilidad como lector de literatura y porque además no trago entero. Siempre he creído que es difícil hacer crítica literaria en Colombia o crítica de cualquier cosa (crítica a la sociedad, a los partidos políticos, crítica a los valores establecidos), porque como en casi en todo el mundo hispánico, la crítica (y en este caso la crítica literaria) bibliográfica, es en gran parte, apología de clanes.

En mis columnas he criticado prácticamente todo eso: la política, la religión, la economía, el periodismo, la literatura y doscientas cosas más. Las respuestas han sido siempre las mismas: insultos por Internet, amenazas de muerte y atentados verbales. Un día un grupo armado llegó hasta mi casa para sugerirme que no escribiera las cosas que escribo porque podrían “mandarme a callar”. Pues no me callo, simplemente, porque me asiste esa ética de la convicción intelectual que Max Weber distinguía de la ética de la responsabilidad, propia más bien (cuando la tienen) de los políticos.

Y no me callo además porque una columna merece una refutación y no la construcción de todo un aparato jurídico para silenciar a quienes piensan distinto a usted, doctor Chacón. “La verdadera refutación –decía Hegel- debe atender y entrar en la fuerza del contrincante y situarse en al ámbito de su fortaleza. Atacarlo fuera de él y mantener la razón donde él no está, no fomenta el debate”. Llevar a un plano judicial lo que debe atenderse en el ámbito académico es una desproporción que no fomenta el debate porque no está a la altura de la discusión inteligente.

En Colombia, la crítica se entiende como un ataque personal con las armas de la envidia. Como un insulto contra la integridad de la persona. Como un atentado contra su honra. No se atiende al contrincante en el plano de la inteligencia: allí las cosas son más difíciles.

Por eso lamento que un señor como Pablo Chacón Medina, con su edad y trayectoria, me haya mal interpretado. Jamás lo ofendí en el plano personal: ese no es mi estilo. Y si así lo entendió expreso mis excusas. Y le regalo, o mejor, le dedico este párrafo que tomé de una columna suya titulada “Comentarios a una inadmisible intolerancia”, en el que criticaba al presidente Uribe y decía que el Primer Mandatario “demuestra no solo su carácter pendenciero, sino su falta de respeto, ostensiblemente notorio, contra la crítica democrática, que debe ser aceptada y tolerada, así no se esté de acuerdo con ella”. Y más adelante: “mañana ordenará encarcelar, con piquete policial, a quien se atreva a disentirlo”. Me alegra que por una vez estemos de acuerdo.