De Lizette Arbelaez Johnson
He leido en El Espectador del domingo 11 de noviembre lo que le ha ocurrido al columnista de opinión Renson Said en el libre ejercicio que supone la crítica literaria. En diferentes columnas escritas para el diario La Opinión veo que el periodista expone más la vida que su propio patrimonio sobretodo en un país como Colombia donde pensar es un peligro. Es increible que en pleno siglo XXI, el emitir un juicio, traiga como consecuencia que lo asesinen como ha ocurrido con tantos periodistas en el país o como en este caso de Renson Said que le acarree una demanada judicial con un cobro por indemnización de cerca de cientochenta mil euros y por consiguiente su ruina patrimonial, además, una retractatación pública donde se exige declarar como poeta a alguien que escribió una obra. Rompe los equilibrios de la lógica semejante desproporción por una columna de crítica literaria, el monto de la demanda por un juicio crítico, que se suponen parte de los derechos de aplicación inmediata establecidos por la Constitución Nacional que permite entre otros la libertad de difusión y expresión del pensamiento (art. 20 , art. 85 C.N.). Las ideas pueden ser discutidas y cabe la posibilidad de contraargumentar todo dentro del marco de la racionalidad.
En el campo de la literatura todo es subjetivo, no puedo decir que todo lo que se escribe sea la verdad, o literatura, o poesía y menos aún que uno este obligado como lector o crítico a reconocer un poeta por encima de lo que él mismo pueda cosiderarse. No se puede pretender que los críticos emitan sobre una obra juicios favorables o convenientes a la obra criticada. Siempre cabe la posibilidad de disentir y por una crítica literaria no se deja de ser poeta.
Parece contradecir el Estado de Derecho las mezquindades que se dan en una Cúcuta muy provincial desde mi punto de vista.
Espero no ser demandada por este comentario.
Lizette Arbelaez Johnson
He leido en El Espectador del domingo 11 de noviembre lo que le ha ocurrido al columnista de opinión Renson Said en el libre ejercicio que supone la crítica literaria. En diferentes columnas escritas para el diario La Opinión veo que el periodista expone más la vida que su propio patrimonio sobretodo en un país como Colombia donde pensar es un peligro. Es increible que en pleno siglo XXI, el emitir un juicio, traiga como consecuencia que lo asesinen como ha ocurrido con tantos periodistas en el país o como en este caso de Renson Said que le acarree una demanada judicial con un cobro por indemnización de cerca de cientochenta mil euros y por consiguiente su ruina patrimonial, además, una retractatación pública donde se exige declarar como poeta a alguien que escribió una obra. Rompe los equilibrios de la lógica semejante desproporción por una columna de crítica literaria, el monto de la demanda por un juicio crítico, que se suponen parte de los derechos de aplicación inmediata establecidos por la Constitución Nacional que permite entre otros la libertad de difusión y expresión del pensamiento (art. 20 , art. 85 C.N.). Las ideas pueden ser discutidas y cabe la posibilidad de contraargumentar todo dentro del marco de la racionalidad.
En el campo de la literatura todo es subjetivo, no puedo decir que todo lo que se escribe sea la verdad, o literatura, o poesía y menos aún que uno este obligado como lector o crítico a reconocer un poeta por encima de lo que él mismo pueda cosiderarse. No se puede pretender que los críticos emitan sobre una obra juicios favorables o convenientes a la obra criticada. Siempre cabe la posibilidad de disentir y por una crítica literaria no se deja de ser poeta.
Parece contradecir el Estado de Derecho las mezquindades que se dan en una Cúcuta muy provincial desde mi punto de vista.
Espero no ser demandada por este comentario.
Lizette Arbelaez Johnson
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