Del autor

En el año 2003 escribí una columna en el diario La Opinión de Cúcuta criticando severamente la poesía del abogado Pablo Chacón Medina. La respuesta del abogado a mi columna fue una demanda penal por injuria y calumnia en un proceso amañado en el que Pablo Chacón pide una indemnización de 500 millones de pesos y cárcel para el columnista. Además exige que me retracte de mis opiniones académicas sobre su producción literaria. Cosa que no voy hacer. El caso ya cumple cuatro años. Dentro de poco, la juez que lleva el proceso citará a las partes implicadas a una audiencia pública. Allí se hará una valoración del proceso y se dictará sentencia. Para que el lector se forme su propia opinión sobre el caso, este blog brindará toda la información.


Con Charles King en Cartagena


Renson Said

Conocí a Charles King en Cartagena de Indias a comienzo de este año. Yo había viajado a cumplir una cita que tenía programada con el maestro Gabriel García Márquez y no pensé nunca que en esa travesía iba a toparme con el cantante que había escuchado tantas veces en la buseta y cuyas letras provocaban debates acalorados y censuras irremediables en las iglesias capitalinas.Unos amigos de la universidad recitaban de memoria esas canciones como una forma eficaz de conjurar los maleficios de la música puritana.

Y era divertido ver a un grupo de cachacos recitando las canciones de Charles en medio del fragor de la fiesta a doce grados centígrados con el tono épico de los poemas urbanos. De modo que cuando lo vi por primera vez tuve la sensación de que estaba conociendo a un viejo amigo. Me lo presentó Juan Daniel Correa, un joven empresario y compañero de estudios, que un buen día se le ocurrió la aventura suicida de apadrinar conjuntos musicales. Juan Daniel organizó una fiesta en su apartamento de Cartagena para presentar a Charles King a un grupo de amigos. Y para ambientar la noche puso champeta y música antillana.

Era una fiesta brava, donde se consumió cerveza en cantidades industriales y se arregló de una vez y para siempre todos los problemas del país. Charles King llegó casi a la media noche y la primera impresión que me dio fue la de un hombre tímido y bonachón, de sonrisa ancha, que no sabía muy bien por qué tanto alboroto por unas canciones que él concebía como crónicas urbanas pero que al resto de los mortales nos parecía una manifestación irreverente de la cultura afrocolombiana. En Cartagena, las canciones de Charles King son verdaderos éxitos de barrio. Aunque han sido censuradas en emisoras, sus canciones se las sabe todo el mundo. Los conciertos no tienen el despliegue informativo ni el cubrimiento periodístico de otros ritmos, pero ninguno goza de la popularidad ni la aceptación de la champeta, cuyas presentaciones apenas son anunciadas en carteles pegados en postes de luz con un letrero escueto: "Esta noche Charles King, el palenquero fino".

Y eso es suficiente para llenar cualquier plaza o cancha de fútbol. Los políticos lo saben. Por eso cuando quieren hacer alguna manifestación están obligados a llevar siempre una grupo de champeta. Parte del éxito de ésta música también se debe a los picós: equipos de sonido, como los sound system jamaiquinos, acondicionados como enormes escaparates cuyo estruendo musical puede tumbar casas pequeñas y mal construidas. Los picós masificaron la champeta. Y sólo cuando un tema es éxito de caseta, las emisoras locales deciden ponerlo a circular para no perder audiencia. Charles King estuvo de concierto en Bogotá y fue un éxito. En la rueda de prensa se mostró jovial y seguro. Afirmó que en su esencia la champeta es música con hondas preocupaciones sociales. Pero las emisoras se empeñan en colocar sólo las que tienen doble sentido y que son más comerciales. Charles ha compuesto canciones sobre los problemas de TLC, la calle del cartucho, el desempleo y la pobreza de Cartagena. Porque Charles es un cronista de su época y sus canciones son el reflejo de una cultura que empieza poco a poco a exigir un espacio en una sociedad cerrada y excluyente.Charles es el poeta de Cartagena. El rey de la champeta. Y su voz, que es la voz de la tierra, tiene el tono de los sonidos urbanos que nos representan.


rensonsaid@gmail.com

2 comentarios:

Anónimo dijo...

bien por este texto viejo renson. Está del putas

Anónimo dijo...

me parece muy bien que este tipo te textos se publiquen ya que los diarios de circulaciòn nacional son racistas y no le dan importancia a nuestra música caribe.