Del autor

En el año 2003 escribí una columna en el diario La Opinión de Cúcuta criticando severamente la poesía del abogado Pablo Chacón Medina. La respuesta del abogado a mi columna fue una demanda penal por injuria y calumnia en un proceso amañado en el que Pablo Chacón pide una indemnización de 500 millones de pesos y cárcel para el columnista. Además exige que me retracte de mis opiniones académicas sobre su producción literaria. Cosa que no voy hacer. El caso ya cumple cuatro años. Dentro de poco, la juez que lleva el proceso citará a las partes implicadas a una audiencia pública. Allí se hará una valoración del proceso y se dictará sentencia. Para que el lector se forme su propia opinión sobre el caso, este blog brindará toda la información.


Cosas del lenguaje político

Cabe suponer, entonces, que si el presidente de Colombia fuera el Mono Jojoy, los terroristas serían otros. Y hoy las autoridades estarían buscando a Mario Iguarán, alias "El fiscal". O al mismísimo Álvaro Uribe, alias "mano dura".


Renson Said

El miércoles pasado decía el presidente Uribe en una entrevista de televisión que los guerrilleros de las Farc son "terroristas". Y unos días antes, en otra entrevista publicada en La Opinión, decía el joven presidente del Concejo de Cúcuta, Hugo Márquez, sobre el caso de la pérdida de investidura de dos concejales que "las personas y los seres humanos tenemos cosas buenas y malas, no solamente se debería hablar de lo malo, sino también de lo bueno". Ignoro si ese "debería" se refiere al papel que debe cumplir la prensa frente a los funcionarios del gobierno, pero el caso es que las dos entrevistas ilustran claramente lo que he venido insistiendo en los últimos años: muchos de los horrores que suceden en Colombia tienen su origen en la imbecilidad criminal de nuestros gobernantes. En esa manera muy colombiana de buscar coartadas semánticas para justificar la corrupción y la guerra.¿Terroristas las Farc?: bueeeno, eso depende de quien lo diga.

Y en este caso el que lo dice es el gobierno norteamericano a través de su hombre en Colombia, el presidente Álvaro Uribe. Los Estados constituidos llaman terrorista a todas las minorías que se rebelan ya sean étnicas, sociales o políticas. Y eso ha sido así desde hace más o menos cinco mil años, desde el asirio Asurbanipal que pasó a cuchillo a toda Mesopotamia, hasta nuestros días, cuando el vicepresidente de Estados Unidos Dick Cheney, explicaba que las bombas en Afganistán "son para atemorizar a la población". Es decir: para crear terror, aunque a veces matan civiles, incluyendo niños y mujeres embarazadas.Cabe suponer, entonces, que si el presidente de Colombia fuera el Mono Jojoy, los terroristas serían otros. Y hoy las autoridades estarían buscando a Mario Iguarán, alias "El fiscal". O al mismísimo Álvaro Uribe, alias "mano dura".Yo no llamaría terroristas a la guerrilla colombiana porque sus motivaciones son políticas. No son terroristas a la manera del Ira irlandés o del Al Jihad islámico o al Hezbollah libanés. Son cosas muy distintas. Aquí los campesinos decidieron echar bala en el monte para protegerse del terrorismo de Estado. Y si hoy tenemos una insurgencia crecida y perversa se debe, primero, a los abusos del aparato militar del estado colombiano, y, segundo, a la incapacidad de nuestros gobernantes que en 47 años de guerra de guerrillas no han podido solucionar el problema del hambre y el desempleo. Llamar a eso terrorismo es tirar una cortina de humo semántica para justificar la prolongación de la guerra y lavarse las manos. Entiendo que eso lo diga Uribe desde la cresta de ola del poder. Pero que un muchacho como Hugo Márquez, que dice representar la nueva generación de políticos cucuteños ya esté diciendo que hay que hablar de las cosas buenas de los funcionarios me hace sospechar del futuro de la ciudad. Para empezar no hay nada bueno de que hablar: Los políticos en Colombia (desde el presidente de la república hasta el manzanillo de vereda) son los únicos responsables de la situación de violencia y pobreza que padece el país.

Y cuando hacen algo que corresponde a sus funciones quieren entonces que la prensa se les arrodille y que la comunidad les levante placas. Como el alcalde de los Patios, que compra unos pupitres para un colegio y se hace retratar en página completa del periódico. Eso me parece asqueroso. Las cosas buenas (levantar puentes, mejorar la calidad de vida) no debe ser motivo de elogios porque para eso fueron elegidos. Pero resulta que en Colombia se hacen puentes parta robarse la plata y el puente se cae a los pocos meses. Creo que esas cosas hay que decirlas, porque no son buenas. Y porque son malas para la ciudad.


rensonsaid@gmail.com

1 comentario:

Anónimo dijo...

que es el statu quo ?, esa es la pregunta relevante para entender que significa estar en pro o contra de este. Es dificil saberlo cuando al intentar respondernos esta pregunta caemos en el peligroso ciclo del relativismo filosofico; sin embargo, si suponemos que el comunismo es el fascismo de los pobres, podemos decir que el capitalismo "que es el fascismo de los ricos" es tan aceptable como su antitesis.
La oposicion y la critica son necesarias, no te digo que son democracia pues la democracia en nuestro relativismo filosofico seria como para Fukuyama, la autonegacion de nuestra ciudadania ,pero la ideologia es irracional y es guiada por las pasiones que nos conduciran a los ciclos en vez de a la transitividad irremediablemente, osea que los puntos suspensivos a veces son mas que utiles en nuestro esfuerzo por construir una realidad mas deseable.